El 24 de marzo de 1976, las sombras se alzaron sobre Argentina. Con violencia e impunidad, se derrocaba nuestra democracia, mientras un silencio ominoso invadía el país. Un golpe de Estado derrocaba el gobierno democrático de Isabel Perón, dando inicio al Proceso de Reorganización Nacional, una dictadura militar que dejó cicatrices imborrables en nuestra historia. El miedo a flor de piel, las voces acalladas y los sueños truncados iban a la par de la brutal represión, la violación sistemática de los derechos humanos y la desaparición de 30.000 personas. En la penumbra o a la luz del sol, miles fueron llevados, encarcelados, torturados, desaparecidos… estudiantes, activistas, sindicalistas, padres, hijos, nietos… compañeros o amigos… cualquier persona considerada una amenaza para el gobierno era arrancada de la vida por un régimen que borraba rostros y nombres en su macabra obsesión por el control. La profunda oscuridad del horror de esos años, sin embargo, no pudo impedir que la memoria y la resistencia se abrieran paso de la mano de quienes nunca dejaron de buscar la verdad. A 49 años del golpe, en Argentina vuelve a alzar la voz para decir: Presentes, ahora y siempre.
A más de un año de que Javier Milei asumiera como presidente la República Argentina, los problemas económicos parecen no ser los únicos sin encontrar solución, ya que a la par de su profundización y las consecuentes penurias para gran parte de la sociedad, los discursos de odio y el negacionismo erosionan el terreno de los derechos humanos.
Desde la aparición de la Libertad Avanza en la arena política argentina, la Teoría de los Dos Demonios recobró protagonismo siendo el arma narrativa con la que los libertarios lograron instaurar un discurso revisionista basado en la necesidad de liberar el debate histórico de lo que ellos consideran una “instrumentalización política del pasado”. Es evidente que las medidas del actual gobierno mileinista representan un retroceso preocupante en términos de derechos humanos. En este sentido, el licenciado Diego Bustos, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, expresa: “El 24 de marzo es un día para conmemorar lo que sucedió en el 76… para no permitir que nuevamente sean arrasadas la memoria y la vida en este país.”
Resulta alarmante hoy, observar cómo las políticas de Memoria, Verdad y Justicia, que son pilares fundamentales de la reconstrucción del tejido social tras la dictadura, han sido desmanteladas y atacadas de manera sistemática. Estas acciones no solo infligen un daño profundo a las víctimas directas y sus familias, sino que también erosionan las instituciones democráticas, generando un impacto colectivo que nos desafía a todos. Clara, miembro de la Unión de Estudiantes Secundarios de la provincia de Córdoba, nos dice: “Si bien somos una organización apartidaria, no caemos en el cuento del ´futuro sin ideologías´. Sabemos que la política no es una mala palabra, que militar es amar al pueblo, organizarse es construir poder popular y colectivo y que la juventud tiene un rol fundamental en la historia de nuestro país. No es casualidad que el sector que niega la dictadura, sea el mismo que ahora intenta callarnos, dividirnos y desmovilizarnos. Pero acá seguimos, en cada centro de estudiantes, en cada aula, en cada marcha. Somos una juventud que no olvida, que no se rinde, que no se calla y que levanta las banderas del ayer para seguir construyendo el mañana.”
La sociedad argentina hoy se encuentra muy polarizada y las consecuencias que vienen generando posicionamientos de odio político como el mileinismo, no sólo recaen sobre los militantes más politizados, sino sobre toda la sociedad argentina. Sin embargo, a pesar de un incremento notable en hechos de violencia en los que los adolescentes son protagonistas, sigue siendo escasa la atención puesta sobre este sector de la sociedad que parece apoyar más que repeler estas ideas. Desde la UES, nos dice: “No podemos dejar de preguntarnos por las tensiones que atraviesan hoy nuestras generaciones. Somos hijxs y nietxs de una historia que todavía nos duele como pueblo, pero también de una historia que resiste, que enseña y que guía. Crecimos escuchando el testimonio de Madres y Abuelas, aprendimos que la democracia se defiende todos los días, que los derechos no son un privilegio sino una conquista colectiva. Sin embargo, en esta misma generación, también nos toca convivir con discursos que niegan que en Argentina hubo un genocidio, que hubo terrorismo de Estado y que fue ese mismo el que secuestró, torturó, desapareció y robó identidades.”
Esta coyuntura nos exige atender a la influencia de discursos de odio y negacionistas sobre los jóvenes, dado que impactan directamente en su forma de interpretar la historia, entender los derechos humanos, incluso también las formas del autoritarismo. La narrativa reduccionista y sesgada de nuestro pasado, que con esmero desparraman –on y off line- los derechosos de LLA, está llevando a que muchos adolescentes desarrollen una percepción errónea de la justicia y de la importancia de los derechos humanos, conduciéndolos incluso a actitudes de indiferencia y despreocupación frente a violaciones a la dignidad humana. En este sentido, el licenciado Diego Bustos considera que “muchos jóvenes están totalmente coptados por discursos que surgieron como respuesta de la frustración que generó el ascenso de las disidencias y los feminismos…” aunque también destaca que “hay una gran cantidad de medios y de pseudo periodistas negacionistas con quienes los jóvenes se identifican, que son fruto de la profunda desidia que genera informarse y que destacan por brindar información predigerida”. Por su parte, Clara de UES, expresa: “Nos duele ver que parte de nuestra generación es cautivada por discursos negacionistas, construidos por el odio, la mentira y la banalización de nuestras luchas, aunque no nos toma por sorpresa porque cuando la política se vacía de contenido, cuando se convierte en puro marketing y su supuesta militancia solo se ve en redes sociales promulgando discursos de odio e individualismo, desconectada de la vida cotidiana del pueblo, deja lugar para que estos mismos discursos crezcan.”
Dado que los efectos de este fenómeno hacen eco en la cotidianeidad de todos, no sólo modificando la percepción del pasado sino también influyendo en cómo los adolescentes se relacionan con su presente y futuro, es mediante una labor conjunta y basada en el respeto y la tolerancia, que debemos contribuir como comunidad al saludable desarrollo personal de las nuevas generaciones, fomentando su capacidad crítica, su compromiso cívico y su responsabilidad social. En este sentido, Clara expresa: “Frente a esto no respondemos con rencor, sino con convicción, historia y organización: brindamos herramientas de memoria, generamos talleres, ayudamos a la gestión y formación de centros de estudiantes, como espacios reales de democracia, donde se aprende a votar, a debatir, a representar y a transformar. No como una formalidad ni una obligación escolar, sino como un lugar desde el cual mejorar el entorno que compartimos.”
Milei y su entorno transmiten un peligroso mensaje que refleja su impune comodidad con la falta de compromiso que hoy evidencia el Estado con los derechos humanos. Las acciones del gobierno argentino, como así también sus omisiones, no son simplemente errores, ni representan acciones aisladas, sino que son parte de una estrategia deliberada y mucho más amplia que busca reconfigurar el discurso público. No sólo buscan borrar de manera intencionada las memorias de un pasado doloroso, sino que también fomentan una mentalidad de confrontación. Estas narrativas violentas se convierten en caldo de cultivo para el aumento de discursos de odio que, entrelazados a la implementación de políticas económicas neoliberales profundizan las desigualdades sociales. El desmantelamiento de las redes de protección social y la actual debilidad de las instituciones públicas, refuerzan la polarización alimentando discursos simplistas de las problemáticas sociales que vilmente logran convertirse en narrativas de confrontación. El licenciado Diego Bustos, nos dice: “Los atropellos de los derechos humanos están planificados, no es casualidad que no se permita protestar, que las garantías que nos otorga la Constitución estén abolidas y todo bajo el lema de la ´libertad´. Esto es peligroso, pero aún más es callarlo porque así logra avanzar sobre el pueblo.”
En este contexto, vemos ciertos sectores juveniles que se sienten atraídos por las ideas de derecha, presentadas como una solución radical frente al desencanto generalizado que experimentan hacia las instituciones tradicionales. Parece que la política de derecha ha sabido aprovechar la susceptibilidad de los jóvenes a la resonancia de discursos polarizadores, capaces de simplificar realidades complejas en mensajes inmediatos y emocionales, sobre todo valiéndose de las redes sociales que con extrema facilidad amplifican mensajes simplistas y emocionales, sin dar lugar al análisis crítico y la complejidad de los problemas sociales. Es así que hoy parece haberse normalizado la peligrosa tendencia de ciertos jóvenes a identificarse con posturas que, en lugar de promover soluciones integradoras, profundizan las divisiones existentes y socavan el compromiso con un proyecto colectivo que fomenta una cultura del enfrentamiento y la polarización. Sin embargo, los jóvenes de la UES nos llenan de esperanza: “Nosotros decidimos que no nos vamos a quedar de brazos cruzados porque somos una juventud que se organiza, que debate, que marcha, que levanta la voz y se hace escuchar. Somos la juventud que cada 24 de marzo se encuentra en la calle, no solo para recordar, sino para reafirmar nuestro compromiso con el presente y el futuro. ´30.400 compañeros desaparecidos, presentes, ahora y siempre´ no es para nosotros un lema vacío sino un acto de memoria activa, una bandera de lucha que hay que mantener con vida. También mantenemos presentes a nuestros compañerxs cada 16 de septiembre, rememorando La Noche de los Lápices y reafirmando el emblema ´los lápices siguen escribiendo la historia´ porque fueron estudiantes como nosotrxs, que luchaban por el boleto estudiantil, por la educación justa y por un país para todxs.”
Es en este contexto que la conmemoración hoy en Argentina se convierte en un acto de reivindicación y resistencia frente a las narrativas negacionistas que intentan minimizar las heridas del pasado; y, en este sentido, antes de finalizar este artículo, queremos destacar que, como argentinas y argentinos, reivindicamos nuestra irrenunciable soberanía sobre las Islas Malvinas, algo que el actual presidente parece haber puesto también en duda. Al igual que sucede con los acontecimientos de la dictadura, el discurso de Milei del pasado 2 de abril, apeló a diferenciarse de la histórica posición tradicional argentina respecto a la Cuestión de las Malvinas, ya que la considera impuesta por los sectores políticos contrarios a su ideología. Sin embargo, una vez más, Milei muestra que poco le importan la democracia y la soberanía del país, sino que sólo juega a favor de la polarización social generando tensiones inútiles en el debate público, haciendo de la reinterpretación de nuestra historia nacional una herramienta política funcional a intereses extranjeros que sólo a él le complacen.
“Somos quienes defendemos nuestra soberanía, quienes les rendimos homenaje a los veteranos de Malvinas porque sentimos que esta causa no es una postal de la historia, sino una herida abierta que nos une por el amor a nuestra tierra, por la que creemos que aún hay que seguir luchando y reclamando. Visibilizamos hoy también a nuestras veteranas, mujeres que cumplieron un rol fundamental y cuyo mérito debe ser reconocido ampliamente. Porque el reconocimiento también es soberanía y en esta historia también hay una deuda con la memoria y la verdad. Desde la UES no especulamos, no avalamos discursos de odio y no compartimos el olvido. Militamos con memoria, caminamos hacia un país lleno de historia y justicia, sabiendo de dónde venimos y hacia dónde vamos. Porque mientras se nieguen nuestros derechos vamos a estar ahí, defendiendo lo que nuestros compañeros consiguieron, lo que nos fue heredado y que ahora nos pertenece.”
Unión de Estudiantes Secundarios de la Provincia de Córdoba, Argentina..