El becerro de oro ha sido a lo largo de los siglos objeto de estudio y análisis tanto en el mundo de la teología como en el de la filosofía, tomándolos unos como un hecho literal e histórico mientras que otros ven en ello, una alegoría de la que han salido infinidad de hipótesis. En este caso, para desentrañar el ´Ichla lo haremos a través de las aleyas que lo exponen, y otras que se hacen pertinentes por su contexto, por lo que iremos paso a paso, viendo quién incita a su creación, aquello con lo que se construye y después como se le da continuidad en el tiempo;
[Y ahora que había vuelto, Moisés] dijo: ¡Oh Aarón! ¿Qué te impidió, al ver que se extraviaban (92) seguirme? ¿Has desobedecido mi orden? (93) [Aarón] respondió; ¡Oh hijo de mi madre! ¡No me agarres de la barba ni de la cabeza! En verdad, temí que fueras a decir [a tu regreso]; ‘¡Has provocado una escisión entre Bani Isra’Iil y no has acatado mis instrucciones! (94) Moisés] dijo; ¿Cuál era tu propósito, oh Sámiri? (95) Respondió;
He podido desvelar algo que ellos han sido incapaces de ver, y tomé entonces un puñado de las azari del Mensajero y lo eché, pues eso fue lo que mi mente me incitó. (96) (Corán, Sura Ṭā Hā)
Este episodio ocurre tras el regreso de Moisés del monte donde se le inspiró la Ley, encontrando a su pueblo adorando al ‘Ichla, el becerro.
‘Ichl denota precipitación, impaciencia, lo apresurado, y se refiere además a un ternero. La palabra ‘Ichla se aplica a quien come rápido para saciarse pronto, y por extensión al becerro. Las veces que el Corán usa esta palabra en distintos contextos la muestran como reflejo del comportamiento humano; precipitado, apresurado e impaciente, es decir, dependiente de lo visible e inmediato.
– As Samiri
El personaje que induce al pueblo a servir al becerro es el Sámiri, que se entiende y traduce mayoritariamente como “el samaritano”, creando así un anacronismo de seis siglos, ya que Moisés (siglo XVI a. C.) es anterior a la fundación de Samaria en el siglo IX a. C.
As Sámiri era una expresión que se aplicaba a quien no tiene escrúpulos a la hora de hacer narrativas mezclando verdades con falsedades, haciéndolo con tanta gracia que parece real. Como muestran las aleyas, el Sámiri no tiene reparo alguno en tomar el discurso profético, desechando de él aquello que no le conviene a la vez que añade otros elementos. Con ese retoque logra que la masa crea en él, a pesar de encontrarse entre ellos un profeta como Aarón.
Respondieron; «No hemos roto nuestro pacto contigo por nuestra propia voluntad, sino que se nos hizo cargar con los adornos del pueblo, y por eso los arrojamos, y también este Sámirí arrojó» (20:87) Y él les fabricó el ʾIchla que emitía un mugido, y entonces dijeron: ¡Este es vuestro dios y el dios de Moisés, pero él ha olvidado [decírnoslo]! (20:88)
¿Acaso no veían que no les respondía en absoluto ni tenía poder para dañarles ni beneficiarles? (20:89) (Sura Ṭā Hā)
– La formación del ´Ichla
Como se ve en las aleyas, el ´Ichla está formado por;
– Las Azari del Mensajero.
– Los adornos del pueblo
Este conjunto hace creer que no se ha roto el Pacto sino más bien les da la sensación de pertenecer a Dios y que el Mensajero ha olvidado trasmitir.
– Los adornos del pueblo
Empezando por esos adornos del pueblo que han cargado, estos son interpretados mayoritariamente como joyas y otros objetos de valor similares que en conjunto dieron forma a un becerro al que comenzaron a adorar. No obstante, esta interpretación está fuera de lugar por el hecho de que se trata de un pueblo que sabía que Dios es Uno y Único y que no puede ser representado de ninguna forma, por lo que la adoración de ídolos no formaba parte de su manera de entender a Dios.
El Corán habla de distintos pueblos mostrando de cada uno de ellos actitudes como por ejemplo ‘Ad y Zamud de los que muestra la arrogancia, el abuso del poder y el rechazo a los principios revelados (41:15–17), o el pueblo de Lot del que ya hemos hablado*. Quizás la aleya que más luz da a los pueblos más allá de sus conductas negativas sea la siguiente del sura Al Ma´ida;
…, A cada uno de vosotros le hemos asignado una shir‘atan y un minháy. Y si Al´Lah hubiera querido, ciertamente os habría hecho una sola comunidad, pero [lo dispuso así] para probaros en lo que os ha dado.
¡Competid unos con otros en hacer buenas obras! Habréis de volver todos a Dios y, entonces, Él os hará entender aquello sobre lo que discrepabais. (Corán 5:48)
El Corán habla de conductas humanas tanto individuales como colectivas mostrando las tendencias que arrastran al ser humano a escindirse de esa consciencia primigenia. Como puede observarse en la aleya, cada grupo humano tiene una Shir‘atan que conlleva un Minháy; lo que puede entenderse como; una fuente de donde toma el conocimiento (Shri´atan) y una metodología o forma exclusiva de desarrollarlo que lo hace reconocible e identificable (Minháy)
Cada pueblo se desarrolla dentro de un marco específico según su comprensión del mundo y desarrolla una forma de pensamiento, lengua y cultura propia con una simbología particular que los identifica. Siendo ese el resultado natural de la interacción humana que comparte una forma de interpretar el mundo. Cada comunidad humana tiene una historia, una lengua común, unos mitos y héroes, y desarrolla unas costumbres, hábitos, supersticiones y maneras de expresarse distintas a otras.
Eso mismo ocurre con los grupos humanos guiados por Revelaciones, los cuales desarrollan sus propias costumbres, rituales y demás «adornos» que los distinguen.
Por lo que esos “adornos del pueblo” que el pueblo de Moisés dice que “se le ha hecho cargar”, bien pueden representar esas costumbres, hábitos y demás “adornos” característicos que han adoptado hasta la llegada del Mensajero.
– Las Azari del Mensajero
Sobre las azari que el Sámiri toma del Mensajero como parte del ´Ichla, esa palabra tiene entre sus significados; huella, vestigio y rastro físico, que tratándose de un personaje presente, es probable que esas huellas sean las del Mensajero como hombre en su contexto, es decir, la imitación al Mensajero hombre; cómo oraba, cómo se lavaba, cómo comía, cómo se relacionaba con su entorno, que decía y de qué hablaba, etcétera.
– El Mensajero ha olvidado
Las Revelaciones hablan, a grandes rasgos, de oraciones, de lavados, de peregrinaciones y de otros actos, sin entrar en el cómo, dejando amplios marcos para la interpretación en toda circunstancia, época y lugar.
Estas “lagunas” o, mejor dicho, las explicaciones de estas supuestas omisiones del Mensaje, que dan la sensación de que el Mensajero ha olvidado trasmitir y que completan el Mensaje, son las que el Sámiri utiliza para crear el ´Ichla, es decir, toma esas supuestas omisiones y las rellena con;
Las costumbres, hábitos y demás “adornos” propios del pueblo junto a la imitación al Mensajero-Hombre. Entremezclando tradiciones humanas que dan la sensación de pertenecer al Mensaje en sí.
El Corán resalta que los que siguieron la revelación de Moisés, están impregnados por amor al Becerro, lo que indica una continuidad más allá de ese momento descrito en la ladera del monte.
——— Cómo mantener el Becerro en el tiempo ———
“Y relátales la historia de Abraham [69] cuando preguntó a su padre y a su gente; ¿Qué es lo que adoráis? [70] Respondieron; Adoramos ídolos y somos devotos de su culto. [71] Dijo; ¿Os escuchan cuando los invocáis, [72] u os benefician o perjudican? [73]
Dijeron ¡Pero hallamos que nuestros antepasados hacían lo mismo! [74]
[Abraham] dijo; ¿Habéis considerado alguna vez qué es lo que habéis estado adorando [75] vosotros y esos antepasados vuestros? [76]” (Corán, sura Ash-Shu‘arā’ – Los Poetas)
Lo que responde el pueblo de Abraham es lo mismo que respondieron los árabes a Muhammad a pesar de que entre ambos median unos dos mil setecientos años. Esa fue también la misma respuesta que recibieron los profetas surgidos entre ellos; “Seguimos lo que hacían nuestros antepasados.”
El Corán cuando trata la adoración de ídolos, muestra cómo este hecho está íntimamente ligado al seguimiento ciego de los ancestros, y esto lo muestra en distintas etapas de la historia de la humanidad, por lo que se trata de la tendencia humana de vincular lo sagrado con lo antiguo.
Por otra parte, la actitud que se tiene frente al legado muestra cómo se tiende a asumir como verdad aquello que se ha heredado, sin cuestionarlo, especialmente si viene revestido de sacralidad y tradición donde se puede ser partícipe a través del ritual. De ahí que muchos de los pueblos a los que se dirigieron los profetas se resistieran al cambio, no por falta de evidencia, sino por apego a lo heredado.
Y cuando se les dice; ‘Seguid lo que Dios ha revelado’, dicen; ¡No!, seguiremos lo que encontramos que seguían nuestros padres’ ¿Aunque sus padres no razonaran en absoluto ni estuvieran guiados? (Corán 2:170)
¡Ciertamente, hallamos a nuestros antepasados de acuerdo en lo que creer y, realmente, no hacemos sino seguir sus pasos! (azarihim) (Corán 43:23)
El Corán no señala tan solo la idolatría externa como máxima expresión del sinsentido, sino que la vincula en cuanto a la creencia y ritual al hecho de seguir ciegamente los dictámenes humanos tanto de los dirigentes como de las figuras religiosas a quienes se han erigido como guías incuestionables (Arbab).
Cada una de estas estructuras surgidas tras el Mensajero, eso es; el judaísmo rabínico, el cristianismo eclesiástico y el Islam de las dinastías en cuanto a los profetas y mensajeros conocidos, se centran mayoritariamente en las explicaciones que los ancestros dieron a esas partes del Mensaje que parecen que el Mensajero ha olvidado trasmitir, usando las huellas de Mensajero-Hombre en su contexto, es decir, sus costumbres como ser humano.
Y claro, ¿quién puede atreverse a cuestionar al gran …?
La manera de dar continuidad al becerro se encuentra en el sello de los ancestros, a quienes se dirige la adulación que en otros tiempos se dirigió a los ancestros líderes y héroes de los clanes que pasó sutilmente a convertirse en veneración de los sabios del pasado, de quienes se narran sus vidas engalanadas de milagros haciéndolos infalibles y cuyos dictámenes son tomados como ley indiscutible.
Así ocurrió una y otra vez que se recibió el Mensaje divino.
A pesar de que el Talmud se completó siglos después de Jesús, ya en su tiempo se trasmitía lo que llaman Ley oral con la que los rabinos comentaban y emitían veredicto. Veamos en el Evangelio de Marcos qué dijo Jesús al respecto;
Le preguntaron pues, los fariseos y los escribas; ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiéndoles dijo; ¡Hipócritas!, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito;
< Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres; los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber, y hacéis otras muchas cosas semejantes >
——— Al-Mann y As-Salwā ———
… Y les protegimos con la sombra de las nubes, e hicimos descender para ellos el maná (al-mann) y las codornices (as-salwa). “Comed de las buenas cosas de que os hemos proveído”. Y [con todas sus ofensas] no Nos perjudicaron, sino que erraron [sólo] contra sí mismos. (Corán 7:160)
Analizando las palabras y sus raíces encontramos que la palabra al-Mann —el maná— tiene entre sus significados: favorecer generosamente, conceder un don inmerecido, dar sin esperar retribución;
En cuanto a la palabra as-Salwa, traducida y entendida mayoritariamente como “codornices”, tiene el significado de: aquello que alivia y trae consuelo.
Una vez que el pueblo de Moisés es proveído desde el cielo con un generoso don que les trae alivio y consuelo —al-Mann y as-Salwa— dicen no poder soportar un solo tipo de alimento:
Y [recordad] cuando dijisteis: ¡Oh Moisés! No soportamos un solo alimento. Ruega, pues, a tu Sustentador que nos proporcione algo de lo que da la tierra: legumbres, pepinos, ajos, lentejas y cebollas.
Dijo [Moisés]: ¿Cambiaréis lo mejor por lo peor? Id a la capital (misr) y allí obtendréis lo que pedís. Y fueron cubiertos de humillación y miseria, e incurrieron en la ira de Dios por haber negado Sus signos y matado a los profetas sin derecho alguno… (Corán 2:61)
En esta escena anterior a la construcción del ´Ichla, el pueblo de Moisés dice no poder soportar ese único alimento que llega desde Lo Alto, por lo que reclaman algo conocido por ellos, algo que se encuentra en aquello que han dejado atrás, en la ciudad. Algo que niega los Signos y mata el legado profético sin derecho alguno.
El pueblo de Moisés a pesar de seguir una vía profética, no ha conocido a ningún profeta antes que a él; Por lo que hay un lapso de tiempo en el que el pueblo se ha guiado con lo que ha heredado.
Moisés trae de nuevo el Discernimiento (furqān), es decir, un Mensaje con el que poder discernir la verdad de la falsedad a través de la observación y la reflexión de sus Signos. El mismo Corán afirma que la mayoría de seres humanos ni observan ni reflexionan, y no hacen uso de su sentido innato de la razón. El pueblo de Moisés es un pueblo humano que carga con su propia tradición. El Sāmiri dice haber desvelado, haber visto algo en ellos, que ellos no han sido capaces de ver, y entonces toma las huellas del Mensajero y construye el Becerro.
Lo que ve el Sāmiri está ahí; él tan solo tiene que darle forma. Lo que ve es la tendencia humana que hace de su tradición un dios, cosa que ya saben al haber sido testigos de su derrumbe a través del Mensaje. Por esa razón se incorporan a ellas las huellas del Mensajero para darle validez.
¿Acaso han hecho más que seguir las conjeturas y lo que sus almas deseaban, a pesar de haberles llegado la guía de su Sustentador? (Corán 53:23)
El pueblo de Moisés, al igual que otros antes y después, había heredado parte del legado de los profetas anteriores, pero también había incorporado costumbres, tradiciones y normas características de su pueblo. De ahí que, aun recibiendo el alimento simbólico —el Mann como don inmerecido y la Salwa como consuelo espiritual—, lo despreciaran, prefiriendo lo que les resultaba familiar; de ahí que Moisés los mande de vuelta si quieren eso.
El Mensaje no contiene dogmas sino marcos, y la tendencia humana es la de adoptar dogmas como forma de identidad, como si de una necesidad se tratase en un ser entre cuyas características está la precipitación (ʿajul).
¿Cambiaréis lo mejor por lo peor? (Corán 2:61)
(Extracto del libro; Despertar entre Aleyas; Una relectura del Mensaje divino a través del Corán)… en proceso
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Precursor del movimiento solidario Ikram. Estudioso del texto coránico y divulgador.
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Muy acertado y me pregunto ¿porqué un becerro, porque no un toro? Será que no crecemos, que nos negamos a hacernos adultos? ¿Es demasiada responsabilidad preguntarnos y respondernos nosotros mismos sobre nostros mismos, es preferible que una mano indiscutida y desconocida nos dicte y nos dejemos llevar. Leyendo tu art´´iculo he tenido la sensación de que a todos nos lleva la corriente. ninguno remamos o nos dirigimos. becerritos y medio.
Muchas gracias por tu comentario querida Carmen, entiendo que lo que quiere mostrarnos Dios a través de la revelación son las tendencias humanas que no permiten al ser humano pensar por sí mismo llevándonos a creer tan solo lo que nos es conocido.